Os abro las puertas del palacio. Entran en el palacio. Le tengo tanto miedo! Ah, me injurias, Madre Ubu, voy a hacerte pedazos. La Madre Ubu huye perseguida por Ubu. Escena II La gran sala de palacio. Empujan brutalmente a los Nobles. Al primer Noble. Le coge con el gancho y le hace pasar por el agujero. Tienes una mala cabeza. A la trampa. Me enriquezco. Venga, meted a los Nobles en la trampa. Apilan a los Nobles en la trampa. UBU Mierda. Somos pobres.
Se debaten en vano. Arrojan a la trampa a los financieros. Acabas con todo el mundo. Varios campesinos se hallan reunidos. El Padre Ubu es un horrible puerco y su familia dicen que es abominable.
Abrid, sable de finanzas, cuerno de finanzas, vengo a buscar los impuestos. Desfondan la puerta. Traen el carrichuelo. Somos unos pobres ciudadanos. Hemos pagado. Cuerno de boque, tal vez soy el rey. Cumplid vuestro deber.
Se entabla una lucha. Ubu se queda recogiendo la finanza. Escena V Una casamata en Thorn. Ciudadano, mira lo que ha sucedido. Los criados vienen a echar el cerrojo a todas las puertas.
Desaparece de mi presencia. Entra un mensajero. Ya se ha marchado, pero hay una carta. Debe ser Bordure. Dice que el zar le ha recibido muy bien, que va a invadir tus estados para restaurar a Bougrelas, y que a ti van a matarte. Creo que voy a morir. Ese malvado va a matarme. San Antonio y todos los santos, protegedme. Llora y solloza. No quiero dar dinero. Me pagaban por hacer la guerra, y ahora hay que hacerla a mis expensas.
Madre Ubu, dame mi coraza y mi pedacito de madera. Ahora voy a montar a caballo. Traen un enorme caballo. Mejor sentado, ya que voy a caerme. El caballo parte. Ay del que no obedezca. Pero llevo encima el libro de finanzas. Mata bien al zar. Ninguna losa suena a hueco. Sin embargo he contado trece piedras a partir de la tumba de Ladislao el grande, a lo largo de la pared, y no hay nada.
Al trabajo, Madre Ubu. Arranquemos esta piedra. Aguanta bien. No es nada. Cojamos todo. Volvamos a poner la piedra. Siempre ese ruido. Escena II La plaza de Varsovia. Me ofrezco para ir en cabeza y restablecer la raza de mis padres. Corramos a palacio y aniquilemos esa ralea. Es Bougrelas. Se baten. Se oyen trompetas.
La Madre Ubu escapa perseguida por todos los polacos. Disparos, fusiles y lluvia de piedras. Vamos a perecer puesto que morimos de sed y estamos cansados. Es sorprendente que los rusos no aparezcan. Ya que, por temor a demoler nuestra montura, hemos hecho todo el camino a pie, arrastrando nuestro caballo por la brida. Sire, los polacos se han sublevado. Apuesto a que Bougrelas.
Si por lo menos hubiera un medio de marcharse, pero nada, estamos en un alto y nos veremos presa de todos los golpes. Esto va bien. Seremos los vencedores. Lascy se va. Cae una bala y rompe el ala del molino.
Tengo miedo. Sin embargo no, no tengo nada. Sire Ubu, los rusos atacan. No he sido yo que se lo ha dicho. Todos bajan a paso de carrera. La batalla acaba de entablarse. Desaparecen en los torrentes de humo, al pie de la colina. Muerto soy! Estoy herido, estoy agujereado, estoy perforado, estoy administrado, estoy enterrado. Lo desgarra. Empujemos con fuerza. Atravesemos el foso. La victoria es nuestra.
Atraviesa el foso. Hagamos compota de moscovitas. Agarrad al gran borde. Voy a cocerte a fuego lento. Muerto soy. Estoy acribillado de patadas. Quisiera sentarme en el suelo. Mi botella. Se lanza contra el Zar. Pero vamos. El Zar le persigue. Salta el foso. El Zar cae. Perfecto, y le pegan. Tiene una buena espalda el miserable. Todo es considerablemente bello, pero nadie me escucha. Los dragones rusos dan una carga y liberan al Zar.
En marcha. Lo empujan. Ha marchado. Escena V Una caverna en Lituania. La persona del Maestro de Finanzas se halla considerable mente molesta. Yo he desplegado el mayor valor, y sin exponerme he aniquilado cuatro enemigos con mi propia mano, sin contar a todos los que ya estaban muertos y que hemos rematado. PILE Ha recibido una bala en la cabeza. PADRE UBU De modo que la amapola y el cardillo, en la flor de la edad, son segados por la despiadada hoz del despiadado segador que siega despiadadamente su pobre jeta.
Abramos bien los ojos. Si me agarran me zumban en el talego. Entra un oso. Heme cogido. Que Dios me proteja. No, es a Cotice al que agarra. Respiro tranquilo. El oso se lanza sobre Cotice. Pile lo ataca a cuchilladas. Ubu se refugia encima de una roca. De momento recemos nuestro Padre Nuestro. Lo tengo. Empieza a soltarme. He conseguido herirlo. PILE con desprecio. PILE Me muero de hambre. No tenemos nada para encender fuego. Ve a cargar algunas, Sire Cotice. Pile comienza a despedazar el oso.
Se ha movido. Es indignante. Me da lo mismo. Hagamos la comida solos. No le damos nada. Eso es todo. Mira, ya ha prendido el fuego. Ahora hace calor. Pero veo rusos por todas partes. Cae dormido. PILE Terminemos de hacer la cena. PILE Es cierto.
PILE No. Se marchan. Parece un oso. Van a golpearme. Me has cogido mi oro, miserable. Estoy muerto desde hace tiempo. No oye. Los Marranos le han cortado las orejas. Arrancad cerebros, matad, cortad las orejas, arrancad la finanza y bebed hasta la muerte.
Es la vida de los Marranos. Es la felicidad del Maestro de Finanzas. Se calla. La oscuridad es completa. La prueba es que Bougrelas lo ha partido en cuatro. Me siento morir. Por todas partes la nobleza se junta y me persigue.
Bourdelas me pisaba los talones Pero en fin, ya estoy salvada. Y mira que le he robado finanza. Y le he cogido rixdales. Pero, ay, he perdido mi tesoro. Que vaya a buscarlo quien quiera. Lo repartiremos. Entonces accedo a todo. Reunid tres millones, coced ciento cincuenta bueyes y corde- ros. Tomad, eso para vosotros.
Es realmente horrible. Es una buena idea. Al pueblo. Que los que quieran correr se pongan en el extre- mo del patio. Todo el pueblo va a colocarse al punto de partida, en un extremo del patio. Salen dando tumbos.
Gritos y tumulto. El primero pierde terreno. No, ahora vuelve a ganarlo. El que iba segundo llega primero. Mi querido amigo, no es nada. Lleva la caja a tu casa, Miguel. Coged una moneda cada uno hasta que no queden. Os abro las puertas del palacio. Entran en el palacio. Debemos mucho agradecimiento al duque de Lituania. Le tengo tanto miedo! Trata de conquistar a Bugrelao merced a tus bue- nas acciones. Escucha de una vez. Empujan brutalmente a los Nobles.
Tengo el honor de anunciaros que para enriquecer el reino voy a hacer perecer a todos los Nobles y apoderados de sus bienes. Traed al primer Noble, y dadme el garaba- to de Nobles. Al Noble. El conde de Vitepsk. A tres millones de rixdales. El Noble no contesta nada. Gran duque de Posen. Tienes una mala cabeza. Duque de Patiolandia, de las ciudades de Riga, de Revel y Mitau. Entonces a la trampa. Estoy arruinado. A causa de esa mala palabra, pasa a la trampa.
No es mucho. Me bastaba con eso. A la trampa. Me enriquezco. Principado de Podolia, gran ducado de Posen, ducado de Patiolandia, condado de Sandomir, condado de Vitepsk, palotinado de Polock, margravia- to de Thorn.
Eso es todo. Venga, meted a los Nobles en la trampa. Apilan a los Nobles en la trampa. Vamos a verlo. Nos oponemos a todo cambio. Somos pobres. Rehusamos juzgar en condiciones semejantes. Se debaten en vano. No hay nada que cambiar. Es absurdo. No tiene pies ni cabeza. Enhornan a los hacendistas. Acabas con todo el mundo. Sabed la gran noticia.
Abrid, sable de finanzas, cuernofinanza, vengo a buscar los impuestos. Derriban la puerta. Un campesino se acerca. Stanislao Leczinski. Vamos, hace una hora que estoy hablando. Yo las perfecciono y las embellezco a mi imagen y seme- janza. Escribo phinanza y oneja porque pronuncio phinanza y oneja y sobre todo, para mostrar que se trata de phinanza y oneja especia- les, personales en cantidad y cualidades tales que nadie las tiene, salvo yo.
Somos unos pobres ciudadanos. Me importa un comino. No podemos. Hemos pagado. Cuernopanza, creo que soy el Rey. Cumplid vuestro deber. Se entabla una lucha. Ciudadano, mira lo que ha sucedi- do. Los Criados vienen a echar el cerrojo a todas las puertas. Mi espada de aventurero y un plano deta- llado de la ciudad de Thorn. Acepto la espada, pero, por San Jorge, quemad ese plano. No es valor lo que me falta, Sire.
Desaparece de mi presencia. Entra un mensajero. Ya se ha marchado, pero hay una carta. Debe ser Bordura. Dice que el zar le ha reci- bido muy bien, que va a invadir tus estados para res- taurar a Bugrelao, y que a ti van a matarte.
Creo que voy a morir. Ese malvado va a matarme. San Antonio y todos los santos, protegedme. Y a tomar dinero para las tropas. Te voy a matar, a ti. No quiero dar dinero. Me paga- ban por hacer la guerra, y ahora hay que hacerla a mis expensas.
Buff, el muy cobarde. Ahora voy a montar a caballo. Traen un enorme caballo. Voy a montar encima. Mejor sentado, ya que voy a caerme. El caballo parte. Pero ha caido al suelo. Ay del que no obedezca. Pero llevo encima el libro de finanzas.
Peor para ti si me robas. Mata bien al zar. Sin duda. Ninguna losa suena a hueco. Sin embargo he contado trece pie- dras a partir de la tumba de Ladislao el grande, a lo largo de la pared, y no hay nada. Arranquemos esta piedra. No es nada. Cojamos todo. Siempre ese ruido. En la plaza de Varsovia. Me ofrezco para ir en cabeza y restablecer la raza de mis padres. Corramos a palacio y ani- quilemos esa ralea. Es Bugrelao. La muchedumbre tira piedras. Por San Jorge, han acabado conmigo.
Diantre, muerto estoy. Se baten. Se oyen trompetas. Disparos de fusil y lluvia de piedras. Vamos a perecer puesto que morimos de sed y estamos cansados.
Los soldados obedecen. Es sorprendente que los rusos no aparezcan. Ya que, por temor a demoler nuestra montura, hemos hecho todo el camino a pie, arrastran- do nuestro caballo por la brida.
Sire, los polacos se han sublevado. Apuesto a que Bugrelao. Si por lo menos hubiera un medio de marcharse, pero nada, estamos sobre un otero y nos veremos presa de todos los golpes. En cuanto a nosotros, nos situa- remos en el molino de viento y dispararemos con la pistola de phinanzas por la ventana. Esto va bien. Seremos los vencedo- res. Lasky se va. Oh, adoro a estos bravos muchachos.
Tengo miedo. Sin embargo no, no tengo nada. Yo no se lo he ordenado. Una segunda bala. Todos bajan a paso de carrera. La batalla acaba de entablar- se. Desaparecen en los torrentes de humo, al pie de la colina.
Muerto soy! Estoy herido, estoy agujereado, estoy perforado, estoy administrado, estoy enterrado. Lo desgarra. Empujemos con fuer- za. Atravesemos el foso. La victoria es nuestra. Atraviesa el foso. Organiza una carniceria de polacos. Hagamos compota de moscovitas. Agarrad al gran borde. Voy a cocerte a fuego lento. Muerto soy. Ya lo veo. Estoy acribilla- do de patadas. Quisiera sentarme en el suelo. Mi botella. Se lanza contra el Zar. Pero vamos. El Zar le persigue.
Salta el foso. El Zar cae. EL ZAR. Perfecto; pues que le den en la cresta. Tiene gruesos los lomos el miserable. Y, sin embargo, mis predicciones se han cumplido por com- pleto. Bello es lo que estoy diciendo, pero nadie me escucha. Los dragones rusos se lanzan a la carga y liberan al Zar. Esta vez, es la desbandada. En marcha. Lo empujan. Ten cuidado, o vas a experimentar el inmenso valor del Maestro de Phinanzas.
En una caverna en Lituania. La persona del Maestro de Phinanzas se halla considerablemente molesta. Ha recibido una bala en la cabeza. De modo que la amapola y el cardillo, en la flor de la vida, son segados por la despiadada hoz del despiadado segador que siega despiadadamente su pobre jeta.
Se ha batido bastante bien. Pero los rusos eran demasiados. UN ECO. Entra un oso. Que Dios me proteja. No, es a Cotiza al que agarra. Respiro tranquilo. El oso se lanza sobre Cotiza. Pila lo ataca a cuchilladas. De momento recemos el Pater Noster. Lo tengo. Aguanta, amigo. Empieza a soltarme. Sanctificetur nomen tuum.
He conseguido herirlo. Panem nostrum quotidianum da nobis hodie. Sicut et nos dimittimus debitoribus nostris. Sed libera nos a malo. PILA, con desprecio. No tenemos nada para encender fuego. Toma, es verdad. Ve a cargar algunas, Sire Cotiza. Pila comienza a despedazar el oso.
Se ha movido. PILA, aparte. Es indignante. Me da lo mismo. Hagamos la comida solos. No le damos nada. Mira, ya ha prendido el fuego. Ahora hace calor. Pero veo rusos por todas partes. Cae dormido. Terminemos de hacer la cena. Es cierto. La noche es buena consejera. Se marchan. Parece un oso. Van a golpearme. Me has cogido mi oro, mise- rable. Estoy muerto desde hace tiempo.
No oye. Los Marranos le han cortado las onejas. Arrancad cerebros, matad, cortad las onejas, arrancad la finanza y bebed hasta la muerte. Tal es la vida de los Marranos. Es la felicidad del Maestro de Phinanzas.
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